15.1.08

Ruleta rusa, de Pere Calders


A la edad adulta se llega leyendo buena literatura, incluso antes de hora. Literatura que nos haga reflexionar, por su temática y, siempre, por sus elecciones y su estructura formales. Porque sin valor formal, la literatura puede transmitir valores, pero no enseñarnos a pensar de manera autónoma. Como ha afirmado con añoranza Quim Monzó, un cuentista fenomenal: "Me habría gustado descubrir a Calders cuando era más joven, cuando era una persona tierna, en período de formación."

Porque Pere Calders (Barcelona, 1912-1994) es un buen ejemplo de autor que, sin escribir para jóvenes, conviene leer a los jóvenes. Aunque como escritor es relativamente desconocido fuera del ámbito de la lengua catalana —entre otras razones, por haber escrito buena parte de su obra en el exilio, en México, pues no regresó a la España de Franco hasta 1962, e incluso esa España aún no es que fuera muy amiga de la literatura en catalán, gallego o vasco—, entiendo que Calders es uno de los más recomendables, por su capacidad de transgredir fronteras sin perder la raíz humanista. Juega con frecuencia al mismo juego que el famoso "Continuidad de los parques", del maestro Cortázar, pero con un estilo deliberadamente menos barroco.

Unas muestras de su última época:


VENIMOS DEL POLVO

Excavaron enfrente de su casa. No querían decirle si hacían una piscina o la base de una glorieta. "Se trata de una sorpresa", respondían a cada una de sus preguntas. Y lo fue, porque cuando completaron las medidas le dieron aquello que se llama cristiana sepultura.


EL ESPEJO DEL ALMA

No nos habíamos visto nunca, en ningún sitio, en ninguna ocasión, pero se parecía tanto a un vecino mío que me saludó cordialmente: él también se había confundido.


EL EXPRESO

Nadie quería decirle a qué hora pasaría el tren. Le veían tan cargados de maletas, que les daba pena explicarle que allí no había habido nunca ni vías ni estación.


En estos "Cuentos breves" (de los que pueden leer algunos más en este enlace), Calders domina el uso de la ironía, el humor y lo insospechado. Pero en general, todos sus libros de cuentos me parecen muy recomendables para un lector joven que ya tenga hambre de más.
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